
El Camino Real de Quart
Durante siglos, Mislata fue un punto de paso imprescindible en una de las rutas históricas más importantes del Reino de Valéncia: el Camino Real de Quart, también conocido como la Carretera de las Cabrillas, tramo histórico de la ruta oficial denominada Carretera de Madrid a Castellón.

La antigua ruta de las Cabrillas
Su origen se remonta a la Edad Media, siendo mencionada por primera vez en 1375 en los documentos del Consell de Valéncia conservados hoy como los Manuales del Consell 1375-1383 en el Archivo Municipal de Valéncia.

Aunque existía desde mucho antes, su trazado definitivo fue proyectado y ejecutado por el jurado Monsén Bernardo Juan, quién entre 1427 y 1438 dirigió la construcción del tramo que unía Valéncia con Requena, pasando directamente por Mislata.
A pesar de su nombre, el Camino Real de Quart no era la totalidad de la carretera histórica sino que se refería únicamente al tramo comprendido entre las Torres de Quart y la ermita de San Onofre en Quart de Poblet, atravesando el núcleo de Mislata de este a oeste.
Al llegar desde Valéncia, el viajero encontraba primero un banco de piedra ricamente decorado: el Frontón de Lo Rat Penat, que, desde el siglo XVII, indicaba la dirección hacia las Torres de Quart o las de Serranos. Tras dejarlo atrás, el camino seguía por la Alquería Alta y bordeaba el enorme muro del antiguo Depósito de Aguas de Valéncia, hoy convertido en Museo de Historia de Valéncia, antes de adentrarse en el caserío del Cerdanet, el actual barrio de la Cruz.
Pero el trazado histórico no seguía las modernas calles Valéncia o San Antonio, pues continuaba en línea recta hasta encontrarse de frente con la Cruz Cubierta de Mislata, situada justo en mitad del camino a modo de rotonda. Desde allí salía por la calle de la Cruz y se adentraba en el núcleo urbano por la calle Mayor hasta la actual plaza de la Constitución, y salía del pueblo por la calle del Cristo de la Fe en dirección a la calle San Antonio.


Durante siglos, las diligencias que iban y venían entre Madrid y Valéncia debían pasar obligatoriamente por Mislata. Lo hacían bajo la mirada de la Casa Gran, junto al Porche y al pie de la Cruz Cubierta. El pueblo vivió durante generaciones con el paso constante de carros, caballerías y viajeros que dependían de esta única vía de circulación.
En verano, el camino era polvoriento y seco; en invierno, un auténtico lodazal. Aun así, fue una arteria esencial para comerciantes, mercaderes y hasta para los propios monarcas, que cruzaron Mislata durante sus desplazamientos por el Reino de Valéncia.
Del Camino Real a la moderna carretera
Durante el siglo XIX, el trazado medieval fue modificado para convertirlo en una carretera moderna, más ancha y mejor conectada. Aunque el proyecto se había planteado en tiempos de Carlos III, las guerras y conflictos, sobre todo las Guerras Carlistas, retrasaron su ejecución.
Finalmente, entre 1841 y 1851, el ingeniero Lucio del Valle dirigió las obras del nuevo trazado, desplazado hacia el río, que daría origen a la actual calle San Antonio. Para abaratar costes, los trabajos se realizaron en parte con mano de obra penitenciaria, algo habitual en la ingeniería civil del momento.

La Pista: la nueva ruta del siglo XX

Un siglo más tarde, en 1953, se inauguró una nueva carretera hacia Xirivella: la Avenida de Castilla, actual avenida del Cid. En Mislata, esta vía era conocida simplemente como La Pista, y atravesaba una zona periférica, cercana a Xirivella, conocida como El Paquillo. Tras el Plan Sur, esta área quedaría separada del casco urbano por el desvío del Turia.
La apertura de La Pista redujo notablemente el tráfico de la antigua carretera de Quart, que durante siglos había sido el principal corredor de comunicación entre Valéncia y el interior.
Hoy, las calles Valéncia y San Antonio y la calle Mayor son mucho más que simples vías urbanas: son el recuerdo vivo de una ruta que articuló durante siglos el desarrollo económico y urbano de Mislata. Gracias a ellas, el pueblo formó parte de las rutas comerciales del Reino de Valéncia y de España, recibiendo mercaderes, viajeros, funcionarios, peregrinos, soldados e incluso reyes.
El Camino Real no solo conectaba lugares, también dio forma a Mislata y la convirtió en un punto de paso indispensable en la historia del territorio.
