Fiestas Patronales

Las fiestas patronales de Mislata son el reflejo de la identidad y la memoria colectiva del pueblo. Entre pólvora, música, tradición y devoción, han sabido adaptarse a los cambios sociales sin perder su esencia.

Sus procesiones y passejaes, la polvora, el esfuerzo de los clavarios y la participación vecinal convierten cada celebración en un vínculo entre pasado y presente, manteniendo vivas las raíces valencianas que las vieron nacer.

Santísimo Cristo de la Fe y Ntra. Sra. de los Ángeles, patrones de Mislata.
Santísimo Cristo de la Fe y Ntra. Sra. de los Ángeles, patrones de Mislata.

Nuestra Señora de los Ángeles

Patrona de Mislata

La devoción a la Virgen de los Ángeles está profundamente arraigada en la identidad de Mislata. Desde hace más de dos siglos, la parroquia principal del municipio lleva su nombre y en torno a su imagen se han ido configurando las fiestas patronales.

Sus gozos, cantados en castellano y en valenciano, exaltan su figura como protectora y amparo de los mislateros, y recuerdan cómo su intercesión se vinculaba a la vida cotidiana de la huerta y el pueblo.

Tradición y procesiones


La Passejà:

Uno de los actos más destacados de las fiestas es la Passejà de la Virgen de los Ángeles, un recorrido de carácter festivo y popular, que originalmente era organizado por hombres del pueblo, que además debían estar casados, y que recorría tanto el casco urbano como la huerta mislatera llegando, según crónicas de la época, hasta el actual Barrio de La Llum (Xirivella).

Abrían el cortejo la dolçaina y el tabalet, que llenaban el pueblo de música popular, seguido por una explosión de cohetes de todas las formas, colores y tamaños. La imagen de la Virgen, acompañada siempre por San Francisco de Asís postrado a sus pies, era trasladada en un carro tirado por caballos, adornado con productos de la huerta mislatera: cebollas, tomates o lechugas. 

Actualmente la imagen de la patrona finaliza su recorrido al llegar a la plaza atravesando un corredor de fuegos artificiales formado por los clavarios dispuestos a ambos lados de la plaza. 

Hoy en día la Passejà continúa llenando de música, fe y tradición las calles de Mislata, manteniendo viva una tradición que recuerda la unión entre lo religioso y lo agrícola, reflejando el vínculo íntimo entre la patrona y la vida cotidiana del pueblo.

L'Entrà de la Murta:

Dentro de las fiestas dedicadas a la Virgen de los Ángeles se celebra este acto tan singular. Se trata de una tradición valenciana en las que las calles por donde va a pasar la procesión se cubren con hojas de murta, una planta aromática muy ligada a la huerta mediterránea, que perfuman el recorrido y otorgan al ambiente un aire solemne y a la vez festivo.

El cortejo es acompañado por la música de la dolçaina y el tabal, cuyo sonido anuncia la llegada de la fiesta y conecta con las raíces más populares del pueblo. Los clavario participan extendiendo la murta a lo largo del recorrido, marcando el paso de la comitiva como símbolo de honor y devoción hacia la patrona. 

Más allá de su carácter ornamental, la murta representa desde hace siglos la unión de la naturaleza, la devoción religiosa y la cultura agrícola valenciana y mislatera. Esta tradición, compartida con otros muchos municipios valencianos, mantiene vivo el espíritu de la huerta en pleno corazón urbano, recordando que la fiesta no solo se vive en los templos, sino también en las calles y en la memoria colectiva del pueblo, manteniendo el carácter valenciano de festa al carrer.

La procesión:

Desde el siglo XIX las procesiones han tenido un carácter muy especial, antaño la imagen iba acompañada por un séquito de angelets (niños vestidos de ángeles) los cuales solían ser los niños que hacían la catequesis, además de un cortejo, típico de la tradición valenciana, formado por personajes bíblicos y alegóricos como santos, santas, patriarcas, matronas o incluso representaciones como la huida a Egipto o el misterio de Santa Bárbara, incluso en ocasiones destacadas, como en 1923, llegaron a participar carros de triunfo que abrían el desfile con gran solemnidad. 

Las restricciones durante la II República a los actos religiosos terminaron con gran parte del esplendor que la procesión tenía desde el siglo XIX. Por suerte podemos volver a disfrutar de la procesión, aunque de forma diferente. La Virgen recorre solemnemente las calles de Mislata, acompañada por clavarios, autoridades y vecinos. 


La Virgen de los Ángeles es el corazón espiritual de Mislata. Sus fiestas, gozos y devoción popular, transmiten la gratitud de generaciones enteras que la veneraron como reina y protectora. Todavía hoy, la festividad mantiene viva esa tradición, combinando los actos religiosos con el sentimiento  festivo de todo un pueblo que encuentra en su patrona un símbolo de unidad e identidad.

Santísimo Cristo de la Fe

Patrón de Mislata

El Cristo de la Fe es, junto a la Virgen de los Ángeles, el gran patrón de Mislata. Su devoción se remonta a varios siglos atrás, y está vinculada a la figura del patriarca San Juan de Ribera, quien extendió esta advocación tras la expulsión de los moriscos en aquellos lugares que habían sufrido con mayor intensidad aquella medida. 

Desde entonces, la fe en el Cristo se convirtió en un pilar espiritual para los mislateros.

Los gozos del Cristo de la Fe, conservados en ediciones impresas del siglo XIX, ponen voz al sentimiento del pueblo de Mislata. Cada año, los últimos días de agosto se convierten en un espacio de encuentro donde la fe, la música, el fuego y la convivencia popular reafirman la identidad mislatera.

El Cristo de la Fe de Mislata en un grabado anónimo del siglo XVIII. / Fuente: Biblioteca Universidad de Navarra.
El Cristo de la Fe de Mislata en un grabado anónimo del siglo XVIII. / Fuente: Biblioteca Universidad de Navarra.

Celebraciones y tradición


Traslado del Cristo:

Uno de los momentos más singulares es el traslado, introducido en 2016, en el que la Clavaría levanta un altar ajardinado frente a la casa de algún vecino ilustre de Mislata a modo de homenaje.

La imagen del patrón permanece en el altar desde el traslado hasta la Passejà, en que la imagen es devuelta a la Iglesia de Ntra. Sra. de los Ángeles.  

La Passejà:

Entre los actos más emblemáticos destaca la Passejà, en la que la imagen del Cristo recorre las calles del pueblo en un ambiente de fervor, pólvora y música popular. El tabalet y la dolçaina abren paso a la "procesión", mientras cientos de cohetes iluminan el recorrido.. 

El acto da comienzo en el altar que los clavarios levantan para el traslado la noche anterior. La Passejà vuelve a recorrer las calles llevando la imagen del Cristo de la Fe de vuelta a la iglesia parroquial en un acto homenaje a la identidad mislatera en la que se unen la fe y la cultura festiva valenciana.

La procesión:

El último domingo de agosto, la procesión del Cristo de la Fe marca el final de las fiestas patronales de Mislata.

El Cristo, portado y acompañado por clavarios y devotos, recorre una última vez las calles del pueblo en un acto de solemnidad y devoción popular.


Las fiestas patronales en el pasado

Imagen barroca original de la Virgen de los Ángeles en sus andas procesionales.
Imagen barroca original de la Virgen de los Ángeles en sus andas procesionales.

Durante los siglos XIX y XX las actividades incluidas en el programa de fiestas o la forma en que eran celebradas sufrieron diferentes transformaciones a través de diferentes cambios históricos, politicos y sociales que cambiaron las fiestas con el paso del tiempo.

Una mirada al pasado


Siglo XIX:

Hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX, las fiestas del Cristo no se celebraban en agosto, como hoy, sino en octubre, compartiendo fecha con las dedicadas a la Virgen del Rosario. Eran días esperados, en los que el pueblo entero se volcaba en unas celebraciones que, hasta mediados del siglo XX, estuvieron profundamente marcadas por el folklore y la tradición valenciana.

Representación del Ball de Torrent en 1928. / Fotografía de Barberá Masip
Representación del Ball de Torrent en 1928. / Fotografía de Barberá Masip

Los festejos comenzaban días antes, anunciados por la música y la pólvora. El viernes, la plaza mayor estallaba en alegría: sonaban el cant d'albaes, los bailes populares y el clásico Ball de Torrent, mientras los vecinos se reunían en torno a coloquios y serenatas que llenaban de vida cada rincón. El sábado, el fuego tomaba las calles: la pólvora rugía en la ansiada Cordà, uno de los momentos más intensos de la fiesta. De todas, quizá la más recordada sea la de 1890, cuando los clavarios de Mislata compartieron cohetes con los de Paterna, ya que ese año a los paterneros se les negó el permiso para celebrar sus fiestas. 

Les Banderoles y Nanos durante la Cabalgata de la Cerámica de Manises. 1925. / Fotografia de: Arxiu Municipal de Manises. Fons Carlos Sanchis.
Les Banderoles y Nanos durante la Cabalgata de la Cerámica de Manises. 1925. / Fotografia de: Arxiu Municipal de Manises. Fons Carlos Sanchis.

El domingo y el lunes quedaban reservados para honrar a los patronos. El día amanecía con dianas y pasacalles, seguido de solemnes misas y procesiones que concluían con castillos de fuegos artificiales iluminando la noche. Aquellas procesiones aún conservaban un aire profundamente valenciano, muy distinto de la solemnidad más rígida que llegaría en las décadas siguientes. 
En los desfiles, el folklore y la devoción se entrelazaban. Los clavarios se vestían con vistosos atuendos para dar vida a escenas bíblicas y danzas rituales: apóstoles, matronas, patriarcas, santos, els Cirialots, les Banderoles, guerreros romanos o capellanes. No faltaban representaciones como la Huida a Egipto o el Misterio de Santa Bárbara, ni danzas populares como las de Grecs, Pastorets, Nanos o Cabuts y Gigantes.

Els Angelets de las fiestas de La Purísima de Alfafar.
Els Angelets de las fiestas de La Purísima de Alfafar.

En ocasiones, incluso se levantaban muixerangues, desafiando el cielo con torres humanas. Y cuando llegaba la fiesta de la Virgen de los Ángeles, los niños de catequesis la acompañaban vestidos de angelitos, uniendo inocencia y devoción en un mismo cortejo.  A veces, el espectáculo se engrandecía aún más con los carros de triunfo, similares a los del Corpus de València, donde una mujer representaba a la reina, rodeada de un séquito de ángeles que avanzaba entre la admiración del pueblo.

Carro de triunfo utilizado en Valéncia durante las fiestas de la Inmaculada Concepción de 1663.
Carro de triunfo utilizado en Valéncia durante las fiestas de la Inmaculada Concepción de 1663.


Todos estos elementos, tan propios de nuestra tierra, acompañaron a las procesiones y a las fiestas de Mislata hasta bien entrada la década de 1960, dejando tras de sí un recuerdo que todavía hoy resuena en la memoria colectiva del pueblo. 


Siglo XX:

Mujeres vestidas con el traje regional antes de la procesión. Al fondo la desaparecida Casa Gran.
Mujeres vestidas con el traje regional antes de la procesión. Al fondo la desaparecida Casa Gran.

Durante la primera mitad del siglo XX, las fiestas patronales conservaron buena parte de la esencia heredada del siglo anterior. Sin embargo, los cambios sociales y las políticas de la época, desde la dictadura de Primo de Rivera hasta la II República y, más tarde, el franquismo, fueron apagando poco a poco el espíritu popular y folklórico valenciano, sustituyéndolo por procesiones más rígidas y solemnes.

A finales del siglo XIX y comienzos del XX se introdujo una novedad que marcaría aquellas celebraciones: los conciertos que la banda municipal ofrecía en la plaza mayor tras la Cordà, llenando la noche de música y de vida.

La llegada de la II República supuso un duro golpe para la religiosidad popular. Se disolvieron las clavarias, se prohibieron los actos fuera de los templos y, en un clima hostil, las imágenes de los patronos fueron destruidas. Sin embargo, tras la Guerra Civil, el espíritu festivo y devocional volvió a renacer. Se encargaron nuevas tallas, se refundaron las antiguas clavarias y las calles de Mislata recuperaron las procesiones y la Passejà. Además, el programa de fiestas se enriqueció con nuevos actos: representaciones en la plaza de la batalla de Mislata durante la Guerra de la Independencia, la irrupción de las charangas, el estruendo de las mascletàs y la elección de una reina y su corte de honor para presidir los festejos. 

Representación de una batalla frente a la Casa Gran.
Representación de una batalla frente a la Casa Gran.

Con el paso del tiempo, a partir de las décadas de 1960 y 1970, la participación vecinal comenzó a disminuir. Muchas tradiciones cayeron en el olvido, aunque surgieron también nuevas costumbres, como las paellas gigantes en los años 80 o la espectacular entrada mora, que aportaron un aire renovado a la fiesta.
Por fortuna, el esfuerzo constante de clavarios, parroquias y vecinos logró, a partir de los años 2000, devolver gran parte de su esplendor a estas celebraciones. Gracias a ellos, las fiestas de Mislata, con siglos de historia a sus espaldas, volvieron a brillar como símbolo de identidad y memoria compartida.  

Fuentes consultadas:

-Festes major a l'Horta - Autor: Enric Olivares Torres

-https://gogistesvalencians.blogspot.com/search/label/Mislataa