
II República y Guerra Civil.
Tiempos de miedo y revolución
Mislata, con unos 6000 habitantes en la década de 1930, no era ajena a los conflictos políticos y sociales que agitaban a toda España.
Antes incluso del estallido de la guerra, ya se habían registrado disturbios: asaltos a negocios, huelgas e incluso atentados. Todo ello reflejaba un ambiente de radicalización política que acabaría estallando en 1936.
Un clima de tensión antes de 1936.
En los años previos a la Guerra Civil, Mislata ya respiraba un ambiente cargado de conflictividad social y política. Los expedientes y testimonios existentes hablan de diferentes sucesos que habían sacudido la vida del pueblo desde 1931.
El Horno de San José fue atacado en junio de 1931 durante una huelga de molineros y harineros; la maquinaria fue destrozada y el pan quedó esparcido por las calles. En enero de 1933, unos cincuenta anarquistas, bloquearon tranvías y el acceso a Valéncia desde Mislata. 19 anarquistas fueron detenidos.
Las autoridades prohibieron las celebraciones religiosas incluyendo procesiones, bautizos e incluso entierros en presencia de sacerdotes y simbología religiosa.
Estos sucesos eran la antesala de un clima que acabaría en violencia abierta tras julio de 1936.
El Comité Popular de Mislata
El 20 de julio de 1936, apenas dos días después del golpe militar, se constituyó en Mislata el Comité de Enlace y Defensa de la República, con presencia del alcalde Fernando Jericó Pérez.
El Comité integraba a representantes de casi todas las formaciones de izquierda locales:
-Por Izquierda Republicana: Francisco Latorre Verdejo y Francisco Pons Tortes.
-Por el PSOE: Isidro Mateu Martínez y Leopoldo Millares Moltó.
-Por Esquerra Valenciana: José María Pérez Prieto y José Gimeno Mateu "el Matagats".
-Por el PCE: Teodoro Domínguez Monfort y Miguel Ponce Rufino "Guitarreta".
- Por Sociedad "La Salud": Luis Cases Tamarit y Francisco Galarza Álvarez.
-Por los autonomistas: Juan Llorens Sales y Alfonso Ramiro Prosper.
-Por Unión Republicana Nacional: Rafael Ortolano Estellés y León Gadea Espada.
El primer presidente fue Pedro Gómez Pérez.
Desde sus primeros días, el Comité asumió funciones que hasta entonces eran propias del Ayuntamiento o de la Guardia Civil: se ordenó que las armas disponibles quedaran bajo su supervisión, se establecieron turnos de vigilancia en las sedes de partidos y sindicatos, se acordó requisar coches y camiones, además de bienes particulares, se organizaron milicias locales para colaborar con columnas armadas que pasaban por Mislata, se empezaron a marcar casas de vecinos con carteles que rezaban "Aquí vive un fascio".
Incluso en las actas de las primeras semanas ya se hablaba de "imperiosa necesidad de detener a los conocidos fascistas del pueblo": nombres como Vicente Ballester Molina, Luis Lluna Porcal y Facundo Martínez Martínez aparecen subrayados como objetivos prioritarios.
El Comité también debatía sobre el uso de los edificios incautados. Hubo propuestas de convertir la iglesia en garaje y establecer allí dependencias del propio Comité.
En sus acuerdos queda patente el sesgo revolucionario. El comunista Miguel Ponce Rufino "Guitarreta" exigía que los abastecimientos se consiguieran por la fuerza si los comerciantes se negaban a vender. El socialista Pavía propuso "depurar" al personal médico del pueblo por desafección. Se llegó incluso a sancionar a directivos del Mislata Club de Fútbol por considerarlos hostiles.
El Comité reconocía en sus actas que muchos de sus acuerdos carecían de responsabilidad legal por tratarse de un período revolucionario, lo que en la práctica era un cheque en blanco para la represión.
Mislata entró en la Guerra Civil con un Comité Popular que sustituyó al Ayuntamiento, integrado por dirigentes de izquierdas locales, y que asumió todo el poder: desde el control del pan y las armas hasta la señalización de los vecinos considerados hostiles. En apenas semanas, el pueblo quedó bajo un régimen de miedo que se traduciría en saqueos, persecución religiosa y ejecuciones.

La persecución religiosa en Mislata.
La Iglesia de Ntra. Sra. de los Ángeles:
El 23 de julio de 1936, apenas tres días después de constituirse el Comité Popular, se produjo uno de los episodios más simbólicos: el saqueo de la Iglesia de Ntra. Sra. de los Ángeles.
El alcalde Fernando Jericó Pérez entregó personalmente las llaves al Comité, facilitando la entrada a los milicianos. La imágenes y objetos litúrgicos fueron sacados a la plaza y allí profanados, arrojados al suelo y quemados en hogueras. Testigos recordaron como algunos milicianos se vistieron con casullas y capas pluviales para burlarse de la fe católica. El altar mayor y las capillas laterales fueron destruidos, así como los ornamentos, libros y documentos del archivo parroquial perdiéndose gran parte de la historia de la parroquia y del municipio.
La parroquia, que durante siglos había sido el centro espiritual de Mislata, quedó convertida en un espacio profano y de humillación pública instalándose en su interior una checa.

El Convento del Sagrado Corazón:
La religiosas de la Doctrina Cristiana, que llevaban años dedicadas a la enseñanza de niñas en Mislata, también fueron víctimas de la persecución: su convento y capilla fueron incautados y saqueados y las religiosas fueron expulsadas teniendo que refugiarse en casas particulares.
Muchas se refugiaron en una vivienda particular en Valéncia. El 20 de noviembre de 1936 fueron sacadas de la vivienda y ejecutadas en el Picadero de Paterna.
Fueron primero enterradas en Valéncia y tras la guerra, en 1940, trasladadas a Mislata, donde reposaron en el cementerio municipal. El 1 de octubre de 1995, todas ellas fueron beatificadas por la Iglesia Católica como mártires de la fe.
Otros lugares afectados fueron la Cruz Cubierta de Mislata, el cementerio y el Calvario que indicaba el camino al cementerio desde la calle de la estación siendo todas sus estaciones destruidas e imposibles de recuperar.
Los documentos recogen también el señalamiento de vecinos católicos relacionados con la parroquia o miembros de hermandades o cofradías del pueblo. En las puertas de algunas viviendas aparecieron carteles con inscripciones como "Aquí vive un fascio" o incluso cruces fúnebres con las siglas "RIP", como preludio a detenciones y asesinatos.
En Mislata, la persecución religiosa no se limitó al saqueo material: fue también un intento de borrar la memoria espiritual del pueblo. La iglesia parroquial convertida en checa, el convento de las Hermanas de la Doctrina Cristiana arrasado y la ejecución de religiosas y vecinos en el Picadero de Paterna simbolizan la crudeza de 1936. Para los vecinos creyentes, aquellos meses fueron de miedo, clandestinidad y pérdida irreparable.

La represión económica en Mislata
El expolio como método de control:
Además de las detenciones y asesinatos, el Comité Popular organizó un verdadero sistema de expolio económico. Casas, tierras, huertos molinos, negocios, fábricas y hasta vehículos fueron requisados o confiscados, los alquileres de viviendas pertenecientes a propietarios considerados fascistas se cobraban a favor del Comité, comerciantes y agricultores fueron forzados a pagar sumas elevadas (5000, 10000 o hasta 15000 pesetas) bajo amenazas de prisión o ejecución, muchos objetos incautados acababan vendidos en subastas públicas o utilizados directamente por milicianos.
En una de sus actas, el Comité reconocía que muchos de estos acuerdos carecían de base legal, pero se justificaban por ser un "período revolucionario".
Familias despojadas de bienes:
-Josefa Sabater Llopis, viuda de Miguel Ríos: Sus casas fueron incautadas y los muebles vendidos en subasta. La CNT-FAI taló los árboles frutales de su huerto de 20 hanegadas. También le fueron arrebatados tres vehículos.
-Ramón Benavent Duart: Tenía seis hanegadas de huerta en la Partida del Almassil, que fueron entregadas al Sindicato Único de Oficios Varios.
Otras familias afectadas:
-José Juan Tárrega: incautaciones de casas y huertos.
-Pascual Puchades Aliena: requisadas propiedades agrícolas.
-Rafael Balbastre Esteve: incautaciones varias.
-Vicente Querol Gimeno: bienes urbanos confiscados.
-José Soriano Mirasol: perdió huertos y viviendas.
-Francisco Ordaz Miquel: casas y propiedades agrícolas.
-Buenaventura Llorens: incautaciones registradas.
-Desamparados Vila Gea: confiscación de viviendas.
-Luis Lluna Benlloch: pérdidas importantes de patrimonio.
-Desamparados Muñoz Martín, viuda de José Sendra Burdeos: perdió bienes familiares.
-Carlos Suay Guillot: confiscaciones.
-José Miquel Puchades: tierras y propiedades incautadas.
El Comité se apoderó de camiones, turismos y carros de labranza, justificando la medida como "necesidades de guerra". Algunos fueron utilizados para el transporte de milicianos, detenciones y hasta para traslados de prisioneros a lugares de ejecución. Nombres como José Pérez Morella, Baldomero Carbonell Domínguez o José Pallardó Esteve aparecen repetidamente como chóferes de camiones incautados y vinculados a operaciones represivas.
El problema del abastecimiento:
En las actas del Comité se refleja la dificultad de sostener el sistema: se entregaban vales del comité a los vecinos para comprar en las tiendas, muchos comerciantes protestaron, al fiar demasiado, las tiendas se estaban quedando vacías, hubo quejas de que abastecimiento era insostenible, pero la respuesta del Comité fue clara: "Que se atengan a las consecuencias".
La represión en Mislata no fue solo física, también fue económica. Familias enteras quedaron arruinadas, despojadas de casas, tierras, talleres y vehículos. El Comité controlaba el dinero, la comida, los alquileres, ejerciendo un poder absoluto sobre la vida cotidiana. Para muchos vecinos, el hambre y la ruina fueron tan insoportables como el miedo a las detenciones.
Detenciones, checas y ejecuciones:
En Mislata, la represión siguió casi siempre el mismo patrón:
-Detención nocturna en el domicilio, normalmente por grupos de 6 a 10 milicianos.
-Conducción al Comité o al sótano de la iglesia parroquial, asada como checa.
-Traslado a camiones requisados hacia checas de Valéncia (Torres de Quart, Casa Balanza, San Miguel de los Reyes...).
-Ejecución en descampados: el Picadero de Paterna, el Vedat de Torrent, las inmediaciones de Monserrat o los campos de Llíria.
Los testimonios posteriores identifican a los mismos responsables en múltiples casos: Ramón Lorente Rodríguez, Antonio Escrivá Grau, Cristóbal Hernández Santamaría, José Torres Garrigós "Pepe el Loco", Ángel Torres Tolosa "el Pijo", Luis Domingo Bonet, Policarpio Maestre, Hilario Domínguez Monfort, entre otros.
Ejecuciones de agosto y septiembre de 1936:
15 de agosto - Vedat de Torrent:

-Agustín March Balbastre: 58 años. miembro del DRV
-Agustín March Lluna: hijo del anterior, casado con Isabel Granell.
Fueron detenidos de madrugada, sacados de su casa y conducidos en camión hasta el Vedat de Torrent donde fueron fusilados.
25 de agosto - Quart de Poblet:
-Rafael Puerta Encadenat: 42 años, pintor, depositario del DRV.
-Salvador Barberá Arnal: 43 años, exalcalde de Mislata con Primo de Rivera.
Ambos fueron sacados de su casa en la madrugada del 25 de agosto. Al amanecer aparecieron fusilados en las afueras de Quart de Poblet, con heridas de bala en el rostro.
28-29 de agosto - Monserrat:
-Luis Lluna Porcal "Tochena": 72 años, exalcalde en época de Primo de Rivera.
Fue detenido el 28 de agosto y trasladado al comité de Monserrat. De madrugada fue asesinado a las afueras del pueblo. Su cuerpo mostraba un tiro en la cabeza.
2-3 de septiembre - Llíria:
-José María Barberá Arnal: 40 años, agricultor, vocal del DRV.
-Vicente Miquel Porcar: 38 años, joyero, juez durante la dictadura de Primo de Rivera.
Ambos fueron detenidos `por un grupo del Comité. Fueron encerrados en el sótano de la iglesia y, la noche del 3 al 4 de septiembre, trasladados a Llíria, donde fueron ejecutados en la Partida de La Colá.
4 de septiembre - Valéncia:
-Francisco Pérez Aznar: 40 años, pintor, tradicionalista.
Detenido en la madrugada del 4 de septiembre y conducido a la iglesia de Mislata, desapareció poco después. Fue ejecutado ese mismo día; su nombre aparece en el registro de asesinados.
9 de septiembre - Llíria:
-Vicente Lluna Esteve: 39 años, carpintero, exconcejal y dirigente del DRV.
Detenido el 25 de agosto, permaneció en la checa de la Casa Balanza (Valéncia). El 9 de septiembre fue trasladados a Llíria y fusilado en la misma zona de La Colá.
Detenciones y fusilamientos de finales de 1936:
21 de septiembre - 23 de diciembre - Paterna:
-Facundo Martínez Martínez: 38 años, concejal con Primo de Rivera, militante del DRV.
Detenido el 21 de septiembre, pasó por el calabozo municipal y la checa de Torres de Quart. En diciembre fue conducido al Picadero de Paterna y fusilado el 23 de diciembre. Su cadáver apareció al día siguiente en el cementerio de Valéncia.
29 de diciembre - 31 de diciembre - Paterna:
-Tomás Sanz Juan: 23 años, tipógrafo, presidente de las juventudes del DRV.
-José Puig Ferrol: 40 años, albañil, presidente de la Comunión Tradicionalista.
-Enrique Lluna Balbastre: 33 años, chófer, dirigente del DRV.
Los tres pasaron meses entre checas y prisiones. El 31 de diciembre fueron sacados junto a un grupo numeroso y fusilados en el Picadero de Paterna.
Ejecuciones de 1937:
4 de febrero - Paterna:
-Eduardo Lluna Balbastre: 22 años, miembro del DRV.
Detenido el 19 de julio de 1936 en la sede del DRV de Valéncia, permaneció en la Cárcel Modelo hasta ser condenado a muerte. Fue fusilado el 4 de febrero de 1937 en el Picadero de Paterna.
Febreo - Villel (Teruel):
-Vicente Ballester Molina "Cabot": 31 años, casado con Antonia Andreu Sabater.
Denunciado como "jefe de los fascistas de Mislata", fue detenido y trasladado a Villel (Teruel), donde fue ejecutado.
Los últimos años de la guerra:
9 de junio de 1938 - Rubiales (Teruel):
-Manuel Romero Arnau: 25 años, albañil, miembro del DRV.
Fue víctima de un engaño de su propio comisario, Salvador Montagud Peris. Le prometieron la libertad, pero lo llevaron a una pinada cercana a Rubiales (Teruel), donde fue tiroteado con nueve disparos.
Enero de 1939 - Tarrasa:
-Miguel Soria Aparisi: 29 años, soltero, militante del DRV.
Fue asesinado en Tarrasa en enero de 1939 por un comisario político y un teniente republicano, cuando la guerra ya tocaba a su fin. Le obligaron a caminar y le dispararon por la espalda junto a un grupo de siete u ocho prisioneros.
Entre 1936 y 1939, decenas de mislateros fueron detenidos y ejecutados. La mayoría cayeron en el Picadero de Paterna, otros en lugares como Llíria, Torrent o Monserrat. Los documentos recogen con detalle no solo los nombres de las víctimas, sino también de los ejecutores, muchos de ellos vecinos de Mislata, lo que convirtió la re`presión en una tragedia dolorosa y fraticida.

