Mislata en la Revolución Cantonal

En 1873, tras la proclamación de la Primera República, Valéncia se sumió en un clima de inestabilidad. El malestar con la nueva Constitución llevó a la creación del Cantón de Valéncia, un movimiento insurreccional que convirtió a la ciudad y su entorno en escenario de combates. Por su situación estratégica, Mislata se transformó en una pieza clave del asedio a la capital.

El asedio y Mislata

El 31 de julio de 1873, el general Martínez Campos trasladó sus tropas y baterías de artillería a Mislata. El pueblo y su huerta pasaron a convertirse en línea de frente.

Se levantaron trincheras y barricadas, y la artillería se emplazó alrededor del núcleo urbano. La histórica Casa Gran de Mislata, mansión señorial de los Barones de Mislata y Morería, fue escenario de las conversaciones entre las comisiones insurrectas y Martínez Campos. El propio general estableció allí su cuartel, demostrando el valor estratégico de la villa en la ofensiva contra Valéncia.

La desaparecida Casa Gran de Mislata donde Martínez Campos estableció su cuartel.
La desaparecida Casa Gran de Mislata donde Martínez Campos estableció su cuartel.

El bombardeo y los daños en el pueblo.

Los cañones Krupp situados en las Torres de Quart abrieron fuego contra las posiciones del ejército situadas en Mislata. Durante varios días, el pueblo soportó un bombardeo incesante, con una media de 500 disparos diarios que sembraban el terror entre la población provocando cuantiosos daños materiales.

Una granada destrozó parte del tejado de la alquería situada junto a la Cruz Cubierta y otros tres proyectiles cayeron sobre el depósito de aguas dañando sus muros, sin embargo las casas de la calle Mayor fueron las más castigadas: techumbres hundidas, muros derrumbados y viviendas reducidas a escombros. En una de ellas una granada atravesó la cubierta y detonó en el interior, destrozando por completo la cocina y estropeando los fardos de cáñamo que allí se guardaban.

En otra vivienda, una granada cayó sobre la andana sin llegar a estallar, quedando el proyectil incrustado en la madera. Sus propietarios conservaron durante años el proyectil como testimonio tangible del bombardeo.

El patrimonio religioso tampoco se libró: desapareció la veleta que había situada sobre el campanario, otra penetró por el terrado de la Capilla de la Comunión, rompiendo una reja, una lámpara y la puerta del coro y fue a caer al piso, haciendo un foso regular. Otras cayeron sin causar grandes daños aunque una de ellas hizo saltar las tejas de la cúpula.

La desolación se extendió por todo el pueblo: muchas viviendas resultaron inhabitables, se perdieron cosechas y muchos hornos y molinos se vieron afectados. Sin embargo, y a pesar del fuego devastador, no se registraron víctimas mortales entre los civiles de Mislata, un hecho que se consideró casi milagroso dadas las dimensiones del bombardeo.

El final del Cantón y sus consecuencias.

Tras trece días de resistencia, la Junta Revolucionaria de Valéncia capituló el 8 de agosto de 1873. Martínez Campos, pese a la dureza del asedio, manifestó su pesar por los destrozos sufridos en Mislata y agradeció a la Cruz Roja su ayuda en la evacuación de heridos.  

El episodio de la Revolución Cantonal se suma a otros momentos en los que Mislata jugó un papel esencial en la defensa de Valéncia: la conquista de Jaime I, las campañas del Cid, la Guerra de la Independencia y otros conflictos. Su ubicación estratégica, junto a la capital y en pleno corazón de la huerta, convirtió a este pueblo en escenario recurrente de la historia valenciana.

Fuentes:

-https://es.wikipedia.org/wiki/Mislata

-https://es.wikipedia.org/wiki/Cant%C3%B3n_Valenciano

-"La Mislata de otros tiempos" / Autor: Luis Mañas Borrás